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Excursión Uruguay - Enero 2008

Colon- Parque Nac. El Palmar

Luego de varios mail y llamados por teléfono finalmente fue posible. Alberto desde Córdoba pasaría por Victoria a recoger mi dos de enero con el que iria junto a su primo Alfredo quien si bien nunca habia remado tiene un excelente estado físico. Luego de cargar el kayak en el Club de Pescadores de Victoria, pasó por Maciá y desde ahí, mi casa, partimos al otro día para Colon.

Salimos muy temprano en la Saveiro con el kayak en el techo, la carga en la caja, tomando mate amargo y facturas. Un cd de Orlando Veracruz y otro de Cuarteto Santa Ana nos acompañarían todo el viaje.

Llegamos a Colón y nos encontramos con Alfredo en la Esso de la entrada, fuimos a la costanera y mientras bajamos el doble, pasé a buscar el kayak que me prestara Fernando, un yamana, por su casa, y preparamos todo frente a la playa del hotel Quirinale.

Salimos, y tras las primeras paladas cuando estábamos haciendo el cruce del Uruguay, rumbo al banco de la punta como lo había indicado Fernando, puedo afirmar que estábamos muy felices, quizás no pueda describir literariamente mi alegría, pero a Alberto se le ocurrió decirme: “pegate un sapucai Ismael….” Y se sintió el grito, que luego en varias oportunidades mas nos golpearíamos en la boca.

Atrás se veía Colón y el majestuoso Quirinale, la pala se veía en todo su recorrido en el agua gracias a lo cristalina que es. Tenias al frente, a la derecha, la punta de la Isla San Francisco que es un banco de arena visitado por bañistas, mas al sur ya veíamos el puente internacional. Tuvimos que bordearla bastante para encontrar la boca de entrada que nos permitiría pasar al otro lado, la carta náutica que Eduardo me prestó nos ayudo en esos trámites, porque los bancos estan muy bien dibujados y eso facilita encontrar el cause.

Frente al banco se encuentra la isla Queguay . Finalmente doblamos el extremo Sur de dicha y ahora cogoteabamos a todos lados para ver si encontrábamos a Fernando y Cía que días antes habían ido hasta Gualeguaychu (fotos) y que se estaban despidiendo del río. También para divisar una pequeña islita de la que vendrían llamada el Barrillal. A poco de remar para el norte, vimos las palas aparecer. Entre ellas una presentaba pintada en una cuchara la bandera argentina, y en la otra la bandera federal de Entre Rios, originada cuando los panza verdes queríamos ser republica. Pensé, definitivamente "estoy remando en el Uruguay Carajo".

El encuentro llego y pudimos saludarnos con Fernando, un amigo de el, y los de la Peña el Raigón, Mario Fernández y Daniel Reyna. Les saque unas fotos, y Daniel me miraba como extrañado, habrá pensado que le pasa a este…no sabe que lo conozco del foro y me paso admirando sus travesías.

Entre el tumulto reconocí a Fernando por su 510, del mismo color que el yamana que me prestó, y porque según me había anticipado Ines, su mujer, andaba siempre con el salvavidas en los elásticos.

Luego los del Raigón se volvieron y Fernando nos acompañó un trecho, durante el cual nos charlamos todo, hasta que nos topamos con el primer banco de arena donde nos saludamos y despedimos.

La Isla Queguay, que es la que se ve frente a las localidades de Colón e incluso mas al Norte frente a San Jose, y a Pueblo Liebig, en su margen al este, presenta muchos bancos de arena, y sobre la costa oeste, también uruguaya, pasa el canal que alguna vez estuviera apto para ser navegado por grandes barcos, dicho canal en su curso de mayor profundidad marca el limite internacional con la Republica Oriental. Nosotros a la ida fuimos por el costado este, navegando aguas extranjeras, y podemos decir que vacacionamos en Uruguay.

Así pasamos por la "falsa" boca del Queguay y luego otro banco grande, que advertí era la desembocadura del Rio Queguay que se interna en tierra uruguaya, y del que Fernando supo mandarnos fotos de las cascadas que tiene río adentro.

A todo esto Alberto y Alfredo habían seguido mas adelante y de porfiado que es el primero de los nombrados, no quiso volverse ante mi llamado, cuando ya había encontrado la boca del río que me permitía sortear el banco empujando cómodamente el kayak. Aproveché a sacar unas fotos e intente sacarle a las mojarras que rondaban mis pies en grandes cardúmenes.

Mientras, cuando llegué a la salida, veía sufriendo, como Alberto y Alfredo arrastraban el doble por un médano, yo pensaba en como quedaría ese fondo. Luego seguimos un trecho, y ya era hora… me parecía raro, Alberto empezó a pedir comida. Decidimos, por consejo también de Fernando parar a almorzar en la punta de la Isla, lo que nos dejaría a tiro para seguir a la tarde un par de horitas, recorrer un poco y acampar a posteriori en el Banco Caraballo, o en Boca Chica.

Desembarcamos en una costa, y una playa, que ustudes tendrían que conocer para creerme, y que las fotos que saque no bastan para mostrarlas. Ahí no tardamos en preparar un Gancia con soda, limón, Hielo.

Yo armé la parrilla, desarmable especialmente diseñada para la travesía, cuyas fotos pasaré al foro para que la construyan. Mientras tanto Alberto y Alfredo buscaban leña. Hicimos un poso en la arena donde prendimos el fuego, acomodamos la parrilla, y ahí mismo y sin tardar, puse una ristra de chorizos caseros. A la vez habíamos llevado una calabaza que tiramos en las brasas, y que comeríamos como segundo plato con aceite de oliva y sal. La picada ya estaba servida mientras el fuego empezaba a hacer chillar los choris. Alberto desplegó su hamaca paraguaya. Comimos, bebimos, nos bañamos en el agua.

Nos acordamos de Jorge no sé porque motivo, y como yo había llevado mojarrero y equipo de pesca, les hice el desafío de demostrar la leyenda de mi abuelo. Así que saqué un pedacito de piel de mi pie, con la que encarné el mojarrero, pesque con ello dos mojarritas que sirvieron de carnada. No tardó en salir un doradillo que devolví al agua, con sapucaí incluido, y con gusto a revancha por tantas cargadas. La leyenda había sido demostrada. Luego mientras los vagos dormían la mona capturé un doradillo mas grande, optimo para la parrilla, así que lo destripé, envolví en bolsa y puse en el bolso conservador para la noche.

Habremos levantado racho a las cinco de la tarde, para seguir viaje, ya no con mucho remo sino mas bien un tramo corto para disfrutar y buscar un lindo lugar para acampar antes que anochezca. Apenas salíamos por el extremo norte de la isla, ya sorteando otro arenal, se empezó a ver el alboroto de un cardume de dorados que estaban ahí a flor de agua seguramente cazando mojarras. Tal como nos pasa a veces en la desembocadura del Cosquin con los pejerreyes, pero aquí eran dorados, que disparaban para todos lados dejando la estela de agua.

Yo tratada de apurar el trámite a los del doble que estaban enloquecidos con el río y los arenales y querían parar en todos lados, pero apurar un poquito nos permitiría pasar por el Banco Caraballo que días antes habíamos ido en lancha con Marina. Este banco de arena es el más importante del Rio Uruguay, su paisaje es increíble. Cuando uno llega a su costa debe tener cuidado al desembarcar porque tiene una caída muy profunda, que Alberto aprovecharía tirándose de cabeza. El agua es totalmente transparente, la arena es fina y blanca y por esas características no quema los pies por mas sol que haya. Obviamente sacamos fotos, bajamos (o mejor dicho subimos) a ver esa extensión de arena y de paso chusmear algún posible campamento, que finalmente no nos convenció por ver que la costa con árboles estaba medio lejos. Así que decidimos hacer un tirón hasta la Isla Boca Chica para buscar ahí campamento, cosa que hicimos aún sin convencernos demasiado dado que se veía anclado un crucerito en uno de sus lados. Finalmente hicimos campamento en la costa este de dicha isla, nos bañamos, armamos carpas, juntamos leña, hicimos mate, y fuego. Se hizo la noche y la luna salía frente a nosotros, majestuosa como es en el Uruguay. Entre charla, gastadas y anecdotas, cortamos verduras que picadas íbamos tirando al arroz que mientras tanto se salteaba, luego pusimos el agua y dejamos que se haga solo. Mientras tanto corté el dorado que pusimos a la parrilla con pimentón, orégano, sal, aceite de oliva, y un poco de salsa de soja al final luego de cocido. Después les contamos como estaba. Esta vez tomamos un vinito tinto Hereford. La receta del dorado a la parrilla, la bautizo en este momento 'Don Pedro' en honor a mi abuelo y por haberla pescado con su método, y se la dedico a Jorge para que tenga.

A esta hora recién estaba incorporando el nombre de Alfredo que durante la travesía fue mutando a Freddi, Alfio, Alfiler, alfíles, Alfer, Afterauers, etc.

Luego de comer y la charla, hicimos una caminata por la pequeña isla, mientras besábamos la botella de licor. Ya se había levantado viento y dormimos con la compañía de una linda llovizna.

Sin apuro al otro día levantamos campamento y habremos salido como a las diez de la mañana. Nos quedaba un día de mucho remo, dejamos de lado la Boca Chica y aparecía ya la Isla Pepeají, que dejamos a babor, pasando más bien pegados a costa uruguaya. Cruzamos una zona, especial para Eduardo Ibáñez. Unas barrancas muy parecidas a las que hay en los Labios del Indio, donde hacen nidos varios pajaros, que no pude identificar.

Pasamos la Isla y entramos en una zona llamada Cancha Seca. Aquí ya no hay islas y es un lugar interesante para remar en aguas abiertas, sobre todo porque veníamos con viento sur -sur este que hacía lindas olas.

Luego de un largo tiro, hicimos camalote un rato para tomar un poco de agua. El hecho es que los chicos me andaban elogiando unos caramelos que había envueltos en papel film, de esos tipo gomita azucarada de lindos colores. Alberto decía: “estos son muy buenos, mucha azúcar, sabes como te reponen!!!?” , pero yo no los había traído, y la verdad me dejaba alagar, total para que explicar ese pequeño detalle. Así que me dijeron: 'entrémosle a los caramelos esos que trajiste', yo asentí con la cabeza, mientras comía una manzana. Y ellos ansiosos empezaron a metérselos en la boca, hasta que comenzó a salirles espuma. En realidad se trataba de pequeños trozos de jabones perfumados que mi vieja tenía para decoración en el baño, y que por error fueron puestos en la caja de provisiones. Empezaron a las escupidas, actitud que duró varios kilómetros porque pedazos de jabón habían quedado entre los dientes.

Seguimos viaje y en un momento no encontrábamos exactamente nuestra posición en la carta, ya habíamos pasado un banco de arena que aparecía, pero no veíamos un supuesto muelle que esta dibujado a esa altura. Finalmente vimos una vieja construcción a lo lejos, y decidimos hacer ahí un pequeño almuerzo-merienda , para reponernos del cansancio y porque no de un poco de frío. Mientras Alberto y ALfier subieron por las escaleras del embarcadero abandonado, me dediqué a hacer una sopa caliente con biscochos malteados. Se trata del Emb. Socas. Totalmente abandonado y saqueado. Ha quedado un inmenso motor desmantelado, el embarcadero, una casilla abandonada, y un túnel. El lugar es frecuentado por pescadores y el viejo muelle sirve de balcón para ver el paisaje del rio.

Ya repuestos, con las tripas calientes, salimos para dar un ultimo tirón a ver hasta donde llegábamos, decidimos encarar bien por el medio, para aprovechar las olas, barrenar un poco y así ir mas rápido, hasta que finalmente vimos un punto de referencia importante que en la carta aparece como SUMACA, se trata de un lavadero de piedras de canto rodado que se encuentra en plena actividad. Y pegado al complejo, desemboca el Arroyo del Medio que nosotros en ese momento no vimos. Es importante señalar que las desembocaduras de los arroyos no siempre se ven desde lejos, e incluso a veces hay que acercarse mucho para darse cuenta. El GPS me marcaba el arroyo del Palmar con un rumbo (270 creo) y ahí fuimos. Este arroyo marca el límite donde comienza el parque nacional. Pero cuando llegamos a una desembocadura la distancia a destino que me marcaba el GPS era de unos 300 mts ya con rumbo norte. Fuimos al norte y no había nada. En realidad, se trataba del arroyo Palmar Grande, y que el GPS tiene un error en la carta cargada. Nos dimos cuenta de eso porque empezamos a ver las barrancas/acantilados que Fernando nos había descrito para que sepamos que estábamos en el Palmar. Otra para Eduardo, sobre estos acantilados de aprox 10 mtos de altura, si es que mi cálculo no es engañoso por la emoción, se albergan muchas aves, y rondan arriba unos tipo alcones que se encuentran al acecho. Como no soy ducho en el tema ornitológico, saqué fotos para luego discutir que se trata. En el horizonte norte ya se veía un palmar de yatay. Pasamos puesto de prefectura, luego una pequeña playa bajo las ruinas de la vieja Calera, y finalmente habíamos llegado al médano que se encuentra frente al camping. Misión cumplida, nos dijimos felicitándonos mutuamente al atardecer. El resto es turismo en el parque, un traking , campamento entre urracas, biscachas, mulitas, iguanas, al alcance de la mano y al asecho de nuestra comida.

Al otro día emprenderíamos la vuelta metiéndonos unos kilómetros por el arroyo el Palmar, donde era increíble ver la cantidad de bajadas de carpinchos y jabalíes al arroyo, minado de huellas, e incluso Alberto y ALfer , avistaron uno de gran porte. Hicimos una parada técnica en un banco de arena para bañarnos en las piletas que se forman, luego seguimos hasta la isla Pepeají donde almorzamos unos fideos con salsa y trucha que habiamos llevado. Dormimos una pequeña siesta y seguimos. El último campamento fue quizás el mejor, porque nos sacamos las ganas de pasar la noche en el Banco Caraballo en el que hicimos una caminata de reconocimiento. A la vuelta pasamos por la vieja calera, que tiene una “puerta al rio”, cuyas fotos ya mande a John. pasamos un viejo barco de cemento encallado cerca de un camping muy lindo llamado Los médanos, seguidmos un trecho y paramos a almorzar en el parador de la playa de San Jose, para finalmente volver a Colón y terminar con esta travesía que tanto deseamos durante el año.

Agradecemos infinitamente a Fernando Mediña e Ines por tanta hospitalidad. A Eduardo Ibañes por las cartas del Rio Uruguay. A mi vieja por los jabones sabrosos. Al Sr que hace tours en el Palmar, que nos prestó el carrito para subir los kayaks. Al rio Uruguay por su belleza.

Referencia sobre Los Palmares, Kayaks utilizados. Dos de enero, doble (Weir). Yamana 550 (SDK), Navegación: GPS Garmin 60csx, Carta del Rio Uruguay de H. N. de la Armada Argentina. Dir. De Vías Navegables. Compas.

Las fotos

Fotos provistos por Diego Peredo:



Alberto en amaca paraguaya, intentando una siesta


Bancos de arena.


Paisaje, palmeras yatay

Una biscacha en el campamento del camping del parque


El campamento en el Banco Caraballo.

El amanecer visto desde mi carpa
Entrada en la calera abandonada, construída por italianos, tiene una entrada para lanchas con puerta directamente al rio.

Desembocadura Rio Queguay
Emb. Socas, abandonado

Urraca en el campamento
Navegando por el Ar. El Palmar

Sombras en Banco Caraballo

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